Una vez más, llego la primera y con mucho tiempo anticipado. Voy a esperar a Andrés dentro del restaurante porque hoy hace un día de verdadero invierno. Sara, quien nos atenderá a lo largo de toda la comida (es quien atiende a toda la sala), me deja que elija la mesa de dos que más me guste. Elijo una de ellas, la que está más cerca de la cocina (una cocina pequeña, abierta y bien organizada) y desde la que tengo una vista magnífica sobre lo que se cuece en la cocina. Me ofrece algo de beber. Decido tomar un agua con gas (Magma) con algo de limón. Viene acompañada de unas papas con una salsa con un buen gusto a mejillones. Me encanta el detalle.
Le pido las cartas para ir diseñando lo que será nuestra comida.
Como compañero de mesa estará un Ribera del Duero, Venta Las Vacas del 2016: un tempranillo algo joven pero en un punto muy bueno para tomar. Dado que nuestro menú va a ser contundente este vino va a hacer un matrimonio perfecto con los platos.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes pedimos: capellanets caseros a la brasa con pimientos rojos asados. Porque estamos empezando el año pero me atrevo a decir que es uno de los platos estrella, para nosotros, de este año que recién estrenamos. Los pimientos dulces, bien asados. El capellan bien deshecho y en su punto. Con buen chorretón de aove. Es de los platos con los que te comes media barra de pan (del bueno) de cuarto y sonríes. Plato imperdible. Para el plato Sara me ha indicado que sería bueno pedir pan. Y si, mucha razón. El pan es tierno, con buena miga, ideal para mojar. Bueno...sigo con el resto de platos.
Empanadillas de maiz y queso con jugo de mazorca asada y jalapeños. Rica masa de maíz rellena de queso. Lo ideal es jugar con la salsa y con los jalapeños que están encurtidos (pican casi nada) y algún trozo de jalapeño fresco que planta más cara (pica). El cilantro refresca el bocado.
Steak tartar con escamas de atún seco y yema curada. Muy buen steak tartar, muy bien aderezado y algo picante. Nos lo devoramos. Viene con unas rebanadas muy muy finas de pan.
Y como plato fuerte un entrecot de ternera con su jugo de carne, alcaparras y una patata cremosa (rellena de mezcla de queso y ¿crema/nata?). Lo pedimos muy muy poco hecho y así nos llega a la mesa. La carne está tierna, muy tierna. A Andrés no le gusta que venga napado con el jugo de carne y las alcaparras...a mi me parece fantástico porque no cuece la carne sino que realza el sabor del entrecot.
Como postre, aunque el apetito nos abandonó hace mucho rato, es un pastel de chocolate con cremoso de avellanas: pastel no excesivamente dulce con un potente sabor a avellanas y a chocolate negro. Lleva avellanas crujientes y como pequeños trozos de frambuesa deshidratada y crujiente que le confieren textura y acidez al postre. Nos lo terminamos y lo acompañamos con una copa de vi de gel.
Y esta vez Andrés no termina con su consabido ristreto...será a la próxima comida.
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