Después de muchos viernes sin salir a comer con elviernestoca por problemas de agenda, aquí estamos. De nuevo buscando locales donde aún no hayamos estado.
Este viernes vamos a un local recomendación de David (amigo de Andrés y con el que comparte tardes y charradas en ingles). En pleno barrio del Carmen, nos encontramos un local no muy grande, con una terrraza bastante bien ubicada pero como siempre, preferimos comer dentro del local. Hoy hace un día especialmente pesado de calor, mucha humedad y alta temperatura.
Llego con bastante antelación. Me ubican en una mesa donde el aire acondicionado da de pleno (es la mejor del local, me confiesan, para el día de calor). Mientras espero a Andrés, me pido una Amstel Oro que viene tremendamente fría y me hace disfrutar de lo lindo.
Llega Andrés. Se copia de mi cerveza y miramos cartas.
Como compañero de mesa y por primera vez en elviernestoca (y juraría que elmiercolestoca tampoco habíamos tomado nunca) un vino rosado: Bisila Rose vino rosado de la bodega Ladrón de Lunas D. O. Uriel-Requena, un rosado con cuerpo y goloso que acompañará adecuadamente nuestros platos.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes pedimos un atún en teriyaki con guacamole, cilantro y chips de yuca. Plato resultón aunque yo prescindiría de la crema de soja que añaden por encima porque el salado le resta mucho sabor al atún y qué decir del guacamole. Aún así, buen plato, refrescante y sabroso.
Foie micuit con mermelada de manzana asada y calvados. El micuit está delicioso y se nota que es casero. Vuelve a ser una lástima que goteen por encima, esta vez, la crema de vinagre de módena. Sólo, sin más, con la mermelada en un rincón del plato. Este micuit se merece ser el ingrediente estrella, sin nada que distraiga de lo importante, el foie.
Desde el principio de la comida nos han puesto unas rebanadas de pan en un cestillo. El pan es muy pero que muy bueno: corteza muy crujiente y miga muy sabrosa. Fantástico pan.
Tremendo pulpo a la llama sobre patatas revolconas. Tre-men-do. El pulpo tierno y sabroso. Las patatas cremosas y con acertado sabor a pimentón. Plato redondo.
Como plato principal pedimos un entrecot de buey con champiñones y ajetes tiernos. Muchos ajetes no vemos pero lo suple la ternura del entrecot y el delicioso sabor. Viene a nuestro punto, muy muy poco hecho y nos hace estar en silencio hasta que no desaparece el último trozo de entrecot.
De los postres, nos decidimos por un tiramisú casero: cremoso, poco dulzón, poco cargado de café y de alcohol (algo más de café me hubiera gustado). Muy buen tiramisú.
Andrés remata la cena con su consabido ristreto. Y como digestivos nos pedimos unos vaqueritos: Andrés de grappa y yo de Johnnie Walker Black Label.
Buen remate de comida.