lunes, 31 de diciembre de 2018

28 de diciembre de 2018. Restaurante Licciardino C/ Gran Vía Marqués del Turia, 58 Tf 960210305



Este viernes vamos a un local que lleva abierto apenas 20 días. Una vez más, y por unos minutos, llego la primera. Al entrar te recibe un expositor de marisco y de carne madurada lo que hace pensar "hoy como bien seguro". El local es luminoso, con mesas bien vestidas y con una distancia entre ellas muy pero que muy aceptable. El dueño, el señor Licciardino se pasea tranquilamente por el local y se acerca suavemente a las mesas que lo solicitamos. A él le preguntamos por el tiempo que llevan abiertos, por la buena acogida que están teniendo (estaba totalmente lleno), nos habla de la carne, del vino. Un placer hablar con él.
Me ubican en una mesa de dos, me ofrecen algo de beber. Acepto y pido una cerveza de grifo porque la que tienen es la cerveza Turia, una cerveza tostada que está bien buena. Viene con unas aceitunas.
Antes de dar el primer sorbo a mi cerveza llega Andrés.
Tienen un menú por un precio espectacular y más teniendo en cuenta la zona. Los precios en carta están bastante ajustados pero siempre hay que preguntar por si tienen algo fuera de carta.
Como compañero de mesa pedimos un lambrusco, Villa Cialdini de Grasparossa del 2017: un lambrusco serio, con un puntito de aguja pero muy discreta, con una nariz fresca y afrutada y una entrada sabrosa y envolvente. Viene a buena temperatura pero lo refrescamos más.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes comenzamos con un tartar de atún con aguacate: plato fresco con un atún cortado en dados y bien visible y sabroso. El aguacate suaviza el bocado. 
Pulpo a la brasa sin más: patas de pulpo bien braseadas con un potente sabor a pulpo. Sin más florituras que un ligero aroma a romero, un plato delicioso.
Nos decidimos por probar la pasta: parpadelle con ragú de rabo de toro. Fantástica pasta al punto con una sabrosísima salsa de ragú y grandes trozos de carne de rabo. Muy muy buena.

Y hay que probar la carne. Nos decidimos por un trozo de novillo. Nos traen dos trozos recién cortados para que escojamos. Le pedimos que venga muy muy poco hecho. Como todos los platos los compartimos, hay una pequeña confusión y, claro, traen los dos platos fuertes (la pasta y la carne) juntas. Al enterarse que los dos platos los vamos a compartir, se los llevan para emplatarlos por separado. Esto hace que, para mantener la carne a cierta temperatura adecuada, se haga de más. Pues pese a ello estaba como la mantequilla: muy tierna, sabrosa, deliciosa. La carne del local es sin duda, espectacular.
Y llegamos a duras penas al postre. Nos decidimos por el llamado postre Licciardino: un bizcocho de chocolate sin harina acompañado con helado de vainilla y chocolate caliente. Pese a estar ahítos, nos lo devoramos.
Sin perder las buenas costumbres, Andrés remata la cena con su sabido ristreto y esta vez, le acompaño tomando mi primer ristreto de estos 12 años y medio de andadura gastronómica. Y para celebrar que es viernes, que es el día de los Santos Inocentes, que seguimos celebrando nuestras comidas (o cenas) nos tomamos una grappa. ¡Salud!

14 de diciembre de 2018. Ma Khin Café Mercado de Colón c/ Jorge Juan, 19 Tf 963528132

Estamos en los bajos del mercado de Colón y vamos a un restaurante que lleva muchos años realizando cocina asiática, birmana para ser más exacto. 
Llego la primera y para  hacer la espera más llevadera me pido una copa de vino blanco,Can Sumoi, vino blanco del Penedés elaborado con xarelo. Es un vino graso, profundo y con buena acidez, que deja la boca fresca. Me gusta mucho.
Pido que me cambien de mesa porque hace una noche bien fresca y estamos muy cerca de la puerta. Pese a tener dos cenas de empresa (no muy ruidosas, por cierto) y muchas reservas, hacen por complacerme y me ubican en una mesa algo más alejada de la puerta.
Llega Andrés y ya tengo el menú escogido.
Como compañero de mesa pedimos un cava (la cena es compleja y el cava siempre es una apuesta segura): un cava rosado elaborado por Raventós i Blanc de Nit. Buena persistencia, entrada elegante y suave, contundencia en boca y una acidez que activa las papilas para seguir degustando la comida.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes pedimos:
Ostras valencianas con kimchi. Es un plato redondo. Pensaba que el kimchi se apoderaría de la finura de la ostra pero no, la acompaña sin estridencias subiendo dos puntos su sabor. Plato imperdible.
Samosas indias de espinacas y queso fresco acompañadas de chutney de mango. Las samosas me encantan y estas eran ligeras, con buena cantidad de relleno y el chutney jugaba a favor de obra haciendo un buen matrimonio con las espinacas.
No pude resistir la tentación de pedir kimchi. Quería saber qué verduras le pondrían. además de la col y la zanahoria, llevaba buena cantidad de apio. Pese a que ponía en carta que picaba, lo hacía pero muy muy sutilmente.
Como platos más potentes pedimos cerdo pekín con tortitas de arroz y salsa hoisin. Plato divertido para hacerse pequeños taquitos con los trozos de cerdo, las verduras y la salsa hoisin.
Vindaloo de pato con arroz basmati. De todos los platos, este es el que más picaba (pero tampoco era una exageración. Confieso que me encanta el picante). El arroz hacía su función de amortiguar el picante. La carne era una pechuga de pato (magret) bien planchada y con la salsa (que era lo que picaba) por encima. 
Tienen una buena gama de tartas caseras por lo que nos decidos por pedir un trozo para compartir (a estas alturas el apetito hacía rato que nos había abandonado). De todas, nos decidimos por una de pera y almendra. Como siempre, encuentro el postre excesivamente dulce para mi gusto, así que Andrés la remata sin mucho problema. Para acompañarla pedimos dos chupitos: uno de bourbon (Jack Daniels) y otro de malta.
Andrés remata la cena con su consabido ristreto que llama la atención lo bien hecho que está.








viernes, 30 de noviembre de 2018

23 de noviembre de 2018. Al Tun Tún Plaza América, 4 Tf 963749340

He llegado pronto y debo esperar a que llegue Andrés. Le toca a él elegir lo que comeremos y beberemos hoy, así que ni las cartas puedo mirar. Me decido y pido una copa de cava. Me sirven Juve Camps. Con una copa de cava la espera siempre es mucho más ligera.
Llega Andrés y además de las cartas, nos cantan los platos que están fuera de carta. Es fácil decidirnos.
Como compañero de comida ha pedido Tamtum Ergo Rose. Como siempre, impecable. Con ese color cebolla tan bonito, muy buena acidez y con ánimo de estar pero no imponer su presencia.
Y vamos a la comida.
Vieiras gratinadas: la vieira viene en su punto, al principio notamos el gratinado algo soso pero al mezclar con la vieira, es ella la que se apodera del plato. Buen plato.
Tataki de atún rojo con su emulsión y algunas algas. Bien pero después de las vieiras poco puede hacer.
Buen steak tartar, bien aliñado, aunque para mi gusto excesiva mostaza lo que no permite notar todos los sabores que se esperan. Buen plato pero deben cuidar el aliñado.
Fantásticas alcachofas salteadas con jamón ibérico: crujientes, intensas y deliciosas alcachofas con laminitas de jamón que con el calor del plato va soltando aroma y sabor. Muy buen plato.
Y como postre pedimos creme brulée con sorbete de avellanas y de fruta de la pasión y tierra de chocolate. Muy buen postre suave pero sabroso y con los sorbetes para jugar con temperaturas y acidez. El crujiente lo ponía la tierra y el caramelo cristalizado de creme bruléé. 
Andrés remata la comida con su consabido ristreto. Le acompaño finalizando mi copa de cava.







lunes, 12 de noviembre de 2018

9 de noviembre de 2018. Mood Food c/ Pintor Salvador Abril, 7 Tf 961050269


Una vez más vamos al barrio de Ruzafa a encontrar un local. En el mismo emplazamiento estuvo un fantástico restaurantes Appettite del cual guardamos muy buenos recuerdos: por su cocina y por los cursos de cocina tan divertidos e instructivos que daba Bonnie. Ahora hay, y desde hace años, otro local. En principio pensaba que nos encontraríamos con Carlos quien montó Mood Food en la calle Comedias y cuando quedó vacante este local, a este nuevo emplazamiento. Llego pronto y al no ver a Carlos, pregunto. Me atiende Javier (quien nos atenderá durante toda la comida) y al preguntarle me comenta que hace más de un año que Carlos se marchó a Asturias. Han continuado con la cocina de Carlos y subiendo escalones. Lo comprobamos.


Enseguida llega Andrés con el que será el compañero de mesa: Clos D'Aspre Grand Cru del 2016, un monovarietal Suizo del Lago de Ginebra y elaborado artesanalmente por Yves y Antoine de Mestral, con uva Malbec 100% por  Este vino viene de la mano de su distribuidora, Elsa Fuger quien nos lo ha donado para maridarlo.

Este Malbec, destaca con nota con la anguila ahumada, a nivel cromatico y gustativo se comporta con una extrema elegancia, cumpliendo perfectamente su funcion sin restar protagonismo al plato.

Pedimos que nos lo abran y vamos a lo que nos dice el vino. A pesar de que es un vino de guarda, a la vista aparenta ser un vino ligero, sin mucho cuerpo pero sus grandes lágrimas que nos anuncian un buen conenido en alcohol y el aroma que tiene nada más abrirlo, abandona su silencio inicial para despues de un rato abierto, empezar a ofrecernos estupendos
matices: frambuesas, ciruelas verdes, lavanda, ligero tabaco (más bien, cava de puros). Y vamos al gusto: la entrada es impertinente, rotundo y presente. El segundo trago ya es otra cosa: más amable, con fantástica acidez y una gran persistencia. Va a competir con comida bien especiada (hay mucho kimchi) y con ahumados y va a ser un gran "limpiador" para facilitar que apreciemos todos los sabores.
Como detalle de la casa viene un ajoarriero a su manera. Buen detalle.
Como entrantes tomamos una ensalada de pez espada ahumado, mango, emulsión de dashi y helado de fruta de la pasión. Una vez mezclados todos los ingredientes nos encontramos con una ensalada muy muy fresca, sabrosa y que todos los que están son los que deben estar. No sobra ni uno.
Dim sum de carne con col lombarda en kimchi, sopa de miso y maíz guacha. Delicado dim sum con un buen caldo (la sopa de miso) y una crujiente col lombarda bien especiada con kimchi (con un picante más que moderado). Buen plato.
Plato excelente: anguila ahumada sobre trigo sarraceno con manzana y tomillo limonero y encurtidos. El trigo estaba delicioso y junto a la anguila y los encurtidos, cada bocado era un festival. Nos ha gustado mucho.
Como plato fuerte nos pedimos un plato típico coreano: Ssäm de vacuno mayor. Vacuno a la brasa (nos preguntan el punto de la carne y viene a nuestro gusto, casi cruda) fileteado y acompañado de col lombarda en kimchi, jengibre adobado y hojas de lechuga de roble y batavia para confeccionar con ellas un taco. Comida divertida pero sobre todo muy gustosa.  Plato no apto para quien no gusta de ensuciarse los dedos porque este plato pide los dedos y las manos y disfrutar como niños.
Como postre pedimos un crumble de algarroba, trompeta amarilla y guanaja: postre muy otoñal de aspecto. Y un sabor tremendo a chocolate. La seta estaba en almíbar y se notaba el sabor a tierra, a monte, junto a un toque dulce. Postre muy pero que muy conseguido.
Esta vez Andrés vuelve a las buenas costumbres: remata la comida con su consabido ristreto. Le acompaño con un vaquerito de Jack Daniel´s.  Buen sitio para ampliar nuestro registro de sabores.

miércoles, 31 de octubre de 2018

26 de octubre de 2018. Sucar by Vicente Patiño c/ Reina Doña Germana, 4 Tf 961001418

Aún estamos en la semana de Cuina Oberta y, después de mucho mirar, hemos encontrado uno de los contados restaurantes que no tienen como plato principal en la comida, un arroz (o varios).
Estamos en uno de los locales de Vicente Patiño. En este local la cocina es muy valenciana con recetas típicas. En el menú de cuina oberta no va a ser menos.

Llego primera al local que está vacío (se llenará cuando pase menos de media hora). Me ubican en una mesa de dos y después de pedir una cerveza  cruz campo gran reserva y sin darme tiempo ni de darle un trago, llega Andrés. Se pide otra y vienen acompañadas de unos cuantos encurtidos y muchos altramuces.

Como vamos a tomar el menú que tienen para la semana de cuina oberta, poco tenemos que discutir sobre los platos. 


La bodega Valtravieso ha vuelto a enviarnos una botella de vino para que hagamos una descripción de lo que encontremos. Es un blanco de Rueda, un verdejo (100%) Nogara del 2017. Tiene un color de oro pálido pero aún guarda destellos verdosos. En nariz encontramos flores blancas, golosinas, galán de noche, toques lácteos. En boca tiene una entrada dulzona, a albaricoque muy maduro, con poca persistencia y una acidez que aunque no es destacable realiza su función de limpiar entre cada bocado y a nivel cromático marida perfectamente con lo que nos espera...
Y vamos a la comida.
Como entrantes nos sirven una deliciosa ensaladilla (se notan los encurtidos cortados minúsculamente): sabrosa. De las mejores ensaladillas que he probado últimamente.
Buñuelo de bacalao con emulsión de ajo asado. Cremoso, sabroso y con buen toque de bacalao.
Berenjena a la brasa con queso de cabra y miel. La berenjena con un buen toque ahumado. Junto con el queso y la miel hacían un bocado muy rico.

Pelota de puchero y col. Venía con algo de caldo y garbanzos. La pelota estaba bien condimentada (aunque para mi le faltaba canela...sabor de mi casa), la col le aportaba el toque crujiente. El caldo muy sabroso y los garbanzos cremosos y con delicado sabor.

Plato de casa.
El plato principal era all i pebre de anguila: sabroso, las patatas bien cocidas y empapadas del caldo. La anguila delicada, suave y sabrosa. Lástima no tener ya casi hambre y no dedicarnos a 'sucar' el plato que era lo que tocaba. Por cierto, el pan muy bueno: crujiente y buena miga bien alveolada. Hubiera sido perfecto sucarlo con el caldo pero estábamos ahítos.


Y aún quedaba el postre. Menos mal que era pequeño. Bizcocho de sucar. El bizcocho era suave, jugoso y con muy buen sabor. Por encima llevaba una capa de mermelada. Con mi poca afición al dulce, tuve que retirarla. Así estaba, para mi, perfecto.
Y Andrés no tomó café. ¿Será la tónica de ahora en adelante?

lunes, 1 de octubre de 2018

21 de septiembre de 2018. Kaori c/ Carlos Cervera, 8 Tf 961 14 48 16


Estamos en uno de los japoneses de Valencia que más me han sorprendido. Realizan un juego difícil y bien realizado entre la cocina japonesa y los productos mediterráneos. Además es un sitio que sorprende porque en apariencia en un sitio de 'comida de calle' pero si te dejas...te sorpenderán.
Llego la primera, me quedo tomando una caña de cerveza y esperando a Andrés. Comento con Carlos (está pendiente de la sala junto con un compañero que lleva unos días atendiendo en el local) lo que he pensado que comamos para que me oriente. Mi consejo es que dejes que te pongan lo que les apetezca en tu mesa. Así seguro que no te equivocas.
El menú que tienen siempre está bien (los platos son los mismos que hay en carta) pero confieso que nunca lo he tomado. Me gusta tomar más cosas.
Llega Andrés y decide esperar a que nos sirvan la comida.
Como compañero de mesa tomaremos un vino blanco Mara Moura, de la bodega Martín Codax con 90% de godello y 10% de Treixadura. Viene  muy frío por lo que en nariz poco nada notamos pero tiene una acidez muy correcta que va a plantar cara a todos los platos.
Y vamos a lo importante.
Como entrante frío tomamos un Usuzukuri de  vieira con salsa yuzu, miso, pesto rojo de tomate seco y albahaca, chile dulce y picante, uvas de mar y pomelo tailandés (seguro me he dejado ingredientes). El plato es redondo (aunque se presenta en uno alargado): bocados intensos con muchos sabores que convergen en un disfrute superlativo. Estamos comenzando y vamos con masclet que parece el final de la comida...
El segundo entrante es uno caliente: gioza de pollo crujiente con espuma de kabocha, miso y gorgonzola sobre crema de calabaza. Crujiente, sabroso, delicado...bocado delicioso.
Y vamos a platos más importantes.
Uramaki  de ventresca de atún: relleno de brie rebozado en panko, confitura de tomate y parmesano. Bocado delicado, lleno de sabores que se pueden diferenciar si tomas tu tiempo en masticar detenidamente. Impresionante.
Uramaki de langostino en tempura con cangrejo desmigado, aguacate, espuma de bogavante con kimchee, leche de tigre huevas de tobiko-yuzi y crujiente de plátano macho con una crema de algas (o algo verde y con potente sabor marino): tremendo uramaki, lleno de sabor, divertido, con diversas texturas y volvemos a sentir que si masticamos con cuidado, detectamos todos los sabores de todos los ingredientes. Soberbio.
Y nos dejan para el final el mejor de los mejores. No está en carta porque depende de la disponibilidad de anguila en el mercado. Nigiri de anguila: medallón de foie con boina de anguila y crujiente de fresa y crema de la misma (supongo faltan y sobran elementos pero eso es lo que he distinguido y disfrutado). Este es el bocado definitivo. Después de este, ya no hay nada mejor. No hay que perderselo si estás en este restaurante.
Como postre nos tomamos un maki dulce: maki relleno de bizcocho de kaboche y piña natural, envuelto con masa de mochi, por encima crema pastelera de té verde, espuma de yuzu y fresas con salsa de chocolate negro (no lo era...era con leche, con poca pero con leche) y wasabi. Bien, aunque después de la fiesta que han sido los platos, el postre era lo de menos.
No tienen café por lo que Andrés se queda sin su ristreto. Nos invitan a un delicioso licor de jengibre: dulce, pero no mucho, con el toque picante del jengibre. Me ha encantado. Y repito.
Varios platos nos los han traído y explicado los responsables de todos ellos:  David, jefe de cocina, como Alberto, chef. Un equipo joven pero lleno de ganas y de buen hacer. Este sitio pasa a estar entre mis preferidos.