Este viernes vamos a un local que lleva abierto apenas 20 días. Una vez más, y por unos minutos, llego la primera. Al entrar te recibe un expositor de marisco y de carne madurada lo que hace pensar "hoy como bien seguro". El local es luminoso, con mesas bien vestidas y con una distancia entre ellas muy pero que muy aceptable. El dueño, el señor Licciardino se pasea tranquilamente por el local y se acerca suavemente a las mesas que lo solicitamos. A él le preguntamos por el tiempo que llevan abiertos, por la buena acogida que están teniendo (estaba totalmente lleno), nos habla de la carne, del vino. Un placer hablar con él.
Me ubican en una mesa de dos, me ofrecen algo de beber. Acepto y pido una cerveza de grifo porque la que tienen es la cerveza Turia, una cerveza tostada que está bien buena. Viene con unas aceitunas.
Antes de dar el primer sorbo a mi cerveza llega Andrés.
Tienen un menú por un precio espectacular y más teniendo en cuenta la zona. Los precios en carta están bastante ajustados pero siempre hay que preguntar por si tienen algo fuera de carta.
Como compañero de mesa pedimos un lambrusco, Villa Cialdini de Grasparossa del 2017: un lambrusco serio, con un puntito de aguja pero muy discreta, con una nariz fresca y afrutada y una entrada sabrosa y envolvente. Viene a buena temperatura pero lo refrescamos más.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes comenzamos con un tartar de atún con aguacate: plato fresco con un atún cortado en dados y bien visible y sabroso. El aguacate suaviza el bocado.
Pulpo a la brasa sin más: patas de pulpo bien braseadas con un potente sabor a pulpo. Sin más florituras que un ligero aroma a romero, un plato delicioso.
Nos decidimos por probar la pasta: parpadelle con ragú de rabo de toro. Fantástica pasta al punto con una sabrosísima salsa de ragú y grandes trozos de carne de rabo. Muy muy buena.
Y hay que probar la carne. Nos decidimos por un trozo de novillo. Nos traen dos trozos recién cortados para que escojamos. Le pedimos que venga muy muy poco hecho. Como todos los platos los compartimos, hay una pequeña confusión y, claro, traen los dos platos fuertes (la pasta y la carne) juntas. Al enterarse que los dos platos los vamos a compartir, se los llevan para emplatarlos por separado. Esto hace que, para mantener la carne a cierta temperatura adecuada, se haga de más. Pues pese a ello estaba como la mantequilla: muy tierna, sabrosa, deliciosa. La carne del local es sin duda, espectacular.
Y llegamos a duras penas al postre. Nos decidimos por el llamado postre Licciardino: un bizcocho de chocolate sin harina acompañado con helado de vainilla y chocolate caliente. Pese a estar ahítos, nos lo devoramos.
Sin perder las buenas costumbres, Andrés remata la cena con su sabido ristreto y esta vez, le acompaño tomando mi primer ristreto de estos 12 años y medio de andadura gastronómica. Y para celebrar que es viernes, que es el día de los Santos Inocentes, que seguimos celebrando nuestras comidas (o cenas) nos tomamos una grappa. ¡Salud!
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