Tiene un menú cerrado, teniendo en cuenta intolerancias y alergias, y piden puntualidad dado que todo el restaurante (de apenas 6/7 mesas) vamos a comer al mismo tiempo.
Pero vamos a lo importante.
Para acompañar nuestra comida, un cava: Raventós y Blanc Textures de Pedra, un cava de burbuja muy fina, con un sabor agradable y permanencia importante.
El menú tiene siete pases.
Topinambo, alcachofa, helado de requesón, anchoa y mandarina. Plato fresco, divertido porque cada cucharada tenía una textura y predominaban unos sabores. Nos gustó mucho.
Habitas, leche de almendra, huevas de trucha, granos de granada y raifort (rábano picante). Volvemos a encontrarnos con un plato donde cada cucharada nos va a sorprender con la presencia de unos sabores. Un plato muy fino y agradable,
Salmonete amb bledes (acelgas). Pese a no ser una enamorada de los salmonetes, confieso que este plato me encantó. La unión de salmonete, acelgas y la salsa que los unificaba, daba un resultado soberbio.
Calabaza, sepia, jugo de mujol, yema de huevo, guiso de sepia brutan merlot. De nuevo mezcla que conjugan y realzan entre sí sabores y texturas.
Arroz de remolacha, cereza, codium y aire de alcaparra. Arroz con ese sabor a tierra que proporciona la remolacha y la sorpresa del mar que siempre se encuentra en el codium. Muy bueno.
Bonito, robellón, chirivía, mostaza e higo chumbo. Fantástico plato con un bonito en su punto y sabores que se asocian a la perfección.
Membrillo, pipa de calabaza, chocolate y helado de stilton. Muy buen postre, nada dulce ni pesado. Un fantástico remate.
Terminamos con un café.
Buena comida. Para repetir.