domingo, 17 de febrero de 2019

8 de febrero de 2019. Mundua c/ Joaquín Costa, 61 Tf 961949193


Hoy toca comer en un local que lleva apenas abierto tres semanas. Una vez más llego la primera y con alegría percibo que todas las mesas están reservadas. Me ubican en la única que queda de dos (las demás las han juntado para hacer mesas de más comensales).
Mientras espero, me hidrato con una copa de cava (¡bien! tienen cava por copas) Ciento Volando, un cava valenciano sin pretensiones, fácil, alegre y que prepara bien las papilas para la comida. Me informan que trabajan con menú. Esto me contraría porque pese a que el menú (corto y largo) tiene buena pinta, quiero pedir más cosas que las que ofertan en el menú. Lo hablo y dado que aún no está la avalancha de la comida, hablará con cocina y verá qué se puede hacer. Los platos de carta son los que ofertan por la noche, así que deben atemperarlos o calentarlos para poder servirlos, eso es tiempo y si el comedor estuviera lleno, sería imposible. Me alegra que no pongan pegas para preparar lo que vamos a comer. Dejo el pedido hecho mientras espero a que Andrés llegue.
Para acompañar nuestra comida he visto un godello que me parece que va a ser un buen compañero de mesa: Abad dom bueno. Un blando 100% godello que en nariz se detectan las frutas maduras, hinojo y en boca es delicioso, con una acidez muy equilibrada, envolvente, limpio y muy fácil de beber pero con alta persistencia. Muy rico.
Y vamos a lo importante.
Ensaladilla vasca. Una ensaladilla con buenos toques de encurtidos (piparras entre ellos) y recubierta con laminas de bacalao ahumado y unos puntos de crema de piquillos. Muy buen comienzo.
Pulpo bravo. Buenos trozos de un pulpo muy tierno y muy sabroso (con intenso sabor a mar) con dados de chirivía y aliñado con mostaza antigua, all i oli y una salsa brava que lo pone en órbita. Plato redondo e imperdible.
Guiso de alcachofas. Viene con foie, yema de huevo, mantequilla tostada y chicharrones de cerdo. Aún estamos en época de alcachofas y hay que aprovecharse. La mezcla de todos los ingredientes hacen una combinación de sabores que lejos de entorpecerse, se elevan. Nos lo terminamos a cucharadas (la salsa) y lo rematamos sucando pan.
Bocado de anguila. No se ni por donde empezar. Son dim sum rellenos de anguila ahumada y puestos en una salsa de all i pebre. Hacía tiempo que un plato no nos hacía quedarnos sin palabras. Este, junto al de pulpo, lo ha conseguido. Plato redondo, imperdible e imperdonable no pedirlo.
Pulled pork pibil. Bocadillo redondo relleno (en buena cantidad) de cerdo desmigado bien especiado y cocinado. Muy buen bocado. Hemos echado de menos más picante. (Al final y hablando con el chef Javier Linares, nos comenta que se puede servir de hecho ponen unos cuencos con diversas salsas para jugar con ellas a otorgar más especias, picante). Lástima no haber pedido más picante. Para la próxima vez. Necesitamos algo más de bebida porque hemos hecho corto con el fantástico godello. De los vinos que tienen por copas (ofrecen cuatro diferentes de tintos) nos decidimos por un Martín Berdugo, un ribera del Duero que se comporta bastante bien con este plato (y con el que le sigue que será el postre).
Rematamos la comida con un postre: cho.co.la.te  Soberbia tarta de chocolate (nada pesada, bien húmeda -como si fuera un brownie-)  recubierta por buen chocolate negro,  con una bola de helado de chocolate negro y polpo de pica-pica. Para apasionados del chocolate.
Andrés remata la comida con su consabido ristreto. Apuro la copa de vino mientras disfruto de una de las chocolatinas que le han puesto con el café: chocolate con café (¡diosmio!)
Al terminar, en la puerta, nos encontramos con el chef, joven, con muchas ganas, con muy buenas manos y mucha técnica en sus platos. Tenemos una conversación muy interesante.
Para volver y volver.

25 de enero de 2019. Bali Gran Vía Marqués del Turia, 59

Vamos a uno de los locales nuevos de Valencia a ver qué se cocina. 
Llego la primera y me adentro en un pasillo  exótico, lleno de plantas (de plástico pero de apariencia muy conseguida), de frutas, tarros de especias que llegan a un espacio abierto (como una plaza) llena de luz, más plantas, mesas y sillas y tiendas de tela que separan espacios.

Me acompañan a uno de estos espacios, dentro de una tienda, donde hay mesas (pupitres de los antiguos) iluminadas cada una de ellas por una lámpara (las antiguas que se encontraban en bibliotecas) y sillas giratorias de oficina de madera (francamente bonitas).

Me pido un vino blanco mientras espero que llegue Andrés (un chardonay DO Valencia, Finca del Mar. Correcto).








Cuando llega Andrés revisa las cartas. Encuentra comida del mundo: tacos, nigiris, hamburguesas, tartar, ceviches, poke...
Una vez ha decidido queremos tomar un cava pero en la carta de vinos no hay ningún cava (¿?). Quien nos atiende, va a preguntar si fuera de carta hay algún cava. Viene contento porque si hay un cava: El Miracle un cava brut de Vicente Gandía elaborado con charconay y macabeo. De burbuja muy fina, en boca es suave con un toque dulce. No tiene persistencia pero se deja beber. Viene a buena temperatura pero pedimos que nos pongan una champañera para mantenerlo a buena temperatura.
Y vamos a lo importante.
Ceviche de gambas: correcto ceviche aunque echamos de menos algo más de batata (boniato naranja) para contrarrestar la acidez.
Nigiri de foie y manzana: de todos los platos, el mejor. La mezcla de foie y manzana siempre es un éxito. Es un bocado delicado y sabroso. Nos enamora. Nos traen palillos para este plato.
Bao de pulled pork. El pulled pork está muy bueno aunque con carencia de picante (entendible para que guste a todo el mundo). Y se lleva muy bien con el bao. Buen plato.
Tiradito de dorada y cítricos. Dorada bien fileteada y bien marinada en cítricos. Rico tiradito y ganaría si dieran la oportunidad de tomar alguna salsa picante para jugar con sabores.
Steak tartar cortado a cuchillo con helado de mostaza. La carne estaba algo tirante pero el aliño estaba bueno. El contraste con el helado hacen que el plato gane puntos.
Como postre pedimos una tarta de chocolate y galleta (típica tarta de cumpleaños para niños de 3 años) muy consistente y densa y (un gran acierto) piña natural. La piña nos ayudará a pasar los bocados de tarta.
Como remate de comida Andrés se pedirá su consabido ristreto. Le acompañaré tomando una copa fantástica de Mcallan.
Es un sitio exótico al que se debe ir para ver algo diferente, sin esperar una gran cocina. Quien atiende las mesas es gente joven, con muchas ganas y poca experiencia pero que lo subsanan todo con buena disposición y amplia sonrisa.

Las reservas sólo se pueden hacer online en www.volteretarestaurante.com

11 de enero de 2019. La Gallina Negra c/ Roteros, 16 Tf 960033780

Vamos en busca de un local que le tenía muchas ganas: la gallina negra, cocina libre. 
Una vez más, llego la primera y con mucho tiempo anticipado. Voy a esperar a Andrés dentro del restaurante porque hoy hace un día de verdadero invierno. Sara, quien nos atenderá a lo largo de toda la comida (es quien atiende a toda la sala), me deja que elija la mesa de dos que más me guste. Elijo una de ellas, la que está más cerca de la cocina (una cocina pequeña, abierta y bien organizada) y desde la que tengo una vista magnífica sobre lo que se cuece en la cocina. Me ofrece algo de beber. Decido tomar un agua con gas (Magma) con algo de limón. Viene acompañada de unas papas con una salsa con un buen gusto a mejillones. Me encanta el detalle. 
Le pido las cartas para ir diseñando lo que será nuestra comida.
Llega Andrés y se pide una caña. También viene con esas papas y también le encantan.
Como compañero de mesa estará un Ribera del Duero, Venta Las Vacas del 2016: un tempranillo algo joven pero en un punto muy bueno para tomar. Dado que nuestro menú va a ser contundente este vino va a hacer un matrimonio perfecto con los platos.
Y vamos a lo importante.
Como entrantes pedimos: capellanets caseros a la brasa con pimientos rojos asados. Porque estamos empezando el año pero me atrevo a decir que es uno de los platos estrella, para nosotros, de este año que recién estrenamos. Los pimientos dulces, bien asados. El capellan bien deshecho y en su punto. Con buen chorretón de aove. Es de los platos con los que te comes media barra de pan (del bueno) de cuarto y sonríes. Plato imperdible. Para el plato Sara me ha indicado que sería bueno pedir pan. Y si, mucha razón. El pan es tierno, con buena miga, ideal para mojar. Bueno...sigo con el resto de platos.
Empanadillas de maiz y queso con jugo de mazorca asada y jalapeños. Rica masa de maíz rellena de queso. Lo ideal es jugar con la salsa y con los jalapeños que están encurtidos (pican casi nada) y algún trozo de jalapeño fresco que planta más cara (pica). El cilantro refresca el bocado.
Steak tartar con escamas de atún seco y yema curada. Muy buen steak tartar, muy bien aderezado y algo picante. Nos lo devoramos. Viene con unas rebanadas muy muy finas de pan.
Y como plato fuerte un entrecot de ternera con su jugo de carne, alcaparras y una patata cremosa (rellena de mezcla de queso y ¿crema/nata?). Lo pedimos muy muy poco hecho y así nos llega  a la mesa. La carne está tierna, muy tierna. A Andrés no le gusta que venga napado con el jugo de carne y las alcaparras...a mi me parece fantástico porque no cuece la carne sino que realza el sabor del entrecot.
Como postre, aunque el apetito nos abandonó hace mucho rato, es un pastel de chocolate con cremoso de avellanas: pastel no excesivamente dulce con un potente sabor a avellanas y a chocolate negro. Lleva avellanas crujientes y como pequeños trozos de frambuesa deshidratada y crujiente que le confieren textura y acidez al postre. Nos lo terminamos y lo acompañamos con una copa de vi de gel.
Y esta vez Andrés no termina con su consabido ristreto...será a la próxima comida.