viernes, 23 de abril de 2021

5 de marzo de 2021. Lia Restaurant c/ de la Boatella, 5 Tf 961 94 04 03

Si, parecía imposible que volviéramos a hacer una comida de viernes: entre las fiestas navideñas, los problemas personales y de trabajo, los cierres de la restauración...pero por fin, un viernes más, vamos de comida.

En esta ocasión vamos a un local que lleva abierto un año y medio. Nos comentan que gracias a la buena aceptación que tuvo en su apertura, este tiempo de pandemia, han sufrido pero, han sobrevivido.

Llego la primera, me atiende Juan Carlos, y busca la mesa que reservé. Con las nuevas medidas, la mesa está en la terraza y separada de las otras mesas por una buena medida y maceteros. Me entretengo leyendo la carta y decidiendo los platos que vamos a degustar. 

Una vez llega Andrés, nos disponemos a comenzar. Nos atenderá indistintamente Juan Carlos y Raquel. 

Como compañero de mesa, pedimos un Dido, un tinto de D.O. Monsant del 2018. Hay un problema con la apertura de la cera que recubre el cuello de la botella, y hay que decantarlo para evitar los pequeños trozos que han podido caer. El vino agradece el decantado, aunque no es indispensable. Este vino tiene  unos taninos y una acidez potente, con sus toques de fruta negra en nariz y boca, un paso lento y permanente.  

Y vamos a lo importante.

Como entrantes pedimos un micuit de foie con compota de manzana y gelatina de sidra. ¡Cuánto tiempo sin pedir micuit! Francamente delicioso. Viene con unas tostadas de pan. El juego con la compota y la gelatina, siempre lo convierten en un buen entrante. Plato imperdible.

Croquetas de leche de oveja, queso ahumado y jamón ibérico. Muy muy buenas.

Alcachofas confitadas con langostinos crujientes, salsa romesco y jamón. Las alcachofas. tiernas, sabrosas. Los langostinos, crujientes y finos. La salsa romesco cumplía su papel de fijar los componentes del plato y aportar un toque diferente a los bocados en los que se añadía. El jamón no llegaba a aportar, aunque estéticamente si le aportaba color y techo. Un plato repetible.

Como plato fuerte, un entrecot de ternera con salsa de pimientos de piquillo y patatas gajo. La carne estaba en el punto en el que la pedimos, muy muy poco hecha. La salsa de pimientos le ascendía puntos en el sabor. Las patatas estaban muy tiernas y bien crujientes por fuera. 

El postre una tarta tatín de manzana con helado de vainilla. Interesante el montaje: hojaldre, grandes trozos de manzana caliente y, como boina, una bola de helado de vainilla que con el calor iba humedeciendo todos los componentes del plato. Poco dulce y delicado. Buen postre.

Andrés remató la comida con su consabido ristreto. También nos pedimos unos digestivos (había que celebrar la vuelta a la casi casi normalidad): Andrés se decidió por una grappa (dado que, una vez más, no tenían calvados para acompañar a la tarta tatín) y yo por un ron Brugal (amablemente me enfrían el vaso, en vez de poner hielo).

Buen sitio, muy cerca del mercado Central, con una carta interesante, así como interesantes son los menús de los que dispone.

 

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