domingo, 7 de julio de 2019

21 de junio de 2019. Namúa gastronomic Plaza Vicente Iborra, 9 tf 961930591

Este viernes vamos al barrio del Carmen a un local que lleva abierto algo más de dos años. Un chef muy joven, Víctor Soriano, se hace cargo de los fogones. Vamos a conocer qué hace en su cocina.
Sin que vuelva a servir de precedente, cuando llego Andrés ya está sentado esperando (el barrio del Carmen siempre me confunde y esta plaza, más). Está solo en el local aunque cuando pase un poco más de una hora, se animará con más comensales. Bien.
Nos pedimos un par de cervezas Turia. Hoy, bueno, esta tarde, comienza el verano pero hoy hace un calor de justicia. Nos vendrá bien una cerveza bien fría.
Víctor sale de la cocina porque me conoce (bueno, nos conocemos de facebook y sabe que hemos ido a descubrir sus platos. Intenté reservar en febrero pero era época de gripe y fue imposible. Hoy si ha sido posible) y nos propone que nos dejemos guiar (ni miramos la carta).
Como compañero de mesa nos pedimos un cava un Dominio de la Vega Expression. Cava normal, sin estridencias ni ganas de protagonismo. Correcto.
Y vamos a lo importante.
Para abrir boca comenzamos con unos fantásticos buñuelos de bacalao: tre-men-dos. Cremoso, muy cremoso, con delicado pero marcado sabor a bacalao. Para comerse una docena.
Un tiradito de dorada. Otro plato delicado pero con sorpresa en cada bocado: los ingredientes que contenía el plato (además del pescado) hacían bocados diferentes y todos ellos sabrosos. Buen plato.
Pepito de titaina. Un pan brioche relleno de titaina. Sorprendentemente nada grasoso, una fritura excelente y un relleno soberbio. 
Huevo poché con foie y setas. Un plato rico con ingredientes potentes que en algún bocado pugnaban por ser el más presente. Está rico pero debería repensarlo.
Canelón de puchero valenciano. Un relleno con todos los sabores del puchero bien integrados y nada pesados. Buena idea estos canelones caseros que recuerdan los que tantas veces hemos comido en casa.
Como postre nos pedimos un ganache de chocolate y avellanas, con crujiente de avellanas y helado de dulce de leche (espero no haberme equivocado en los ingredientes) que estaba delicioso: cremosos, con contrastes en las texturas y las temperaturas, que nos hace tropezar constantemente nuestras cucharas en busca de otra cucharada. Buen final.
Andrés remata la comida con su consabido ristreto. Mientras, le acompaño con un vaquerito de Chivas Regal.







No hay comentarios:

Publicar un comentario