viernes, 1 de junio de 2018

1 de Junio de 2018. Kamon c/ Conde Altea, 42 Tf 963 25 48 39

Estamos un viernes más buscando el local donde vamos a comer. No es un local nuevo pero se han trasladado a uno (al lado del anterior) más grande, luego más cómodo.
He llegado muy temprano y las terrazas y locales todos están preparados para comer, así que busco una terraza donde tomarme una cerveza. La encuentro en la esquina, en la Santa. Allí hago tiempo hasta la hora de comer.

Y vamos al nuevo local de Kamon: más espacioso, con mejor distancia entre mesas...me gusta mucho. Además de una barra donde se observa como se elaboran los platos. 
Pero vamos a lo nuestro.

Por tercera vez, las bodegas Faustino nos envían una botella para que hagamos una cata. Es un tinto un Organic Wine del 2017 con un fantástico tapón de rosca.

Parece que no es para nuestro mercado (el español). Reconozco mi gusto por los tapones de rosca: si el vino es como quiero que sea, si no es para guarda, si así está bien, tapón de rosca. Nos ahorraremos todo el problema con los tapones de corcho y sus disgustos cuando estropean un vino.

Vamos a la cata. Es un vino limpio, con un buen tono brillante y de color cereza. A copa parada, la nariz es poco expresiva: moras y arándanos pero verdes. En movimiento el vino se torna mas alcoholico. Ahora bien, en boca: balsámico, goloso, fácil con buena acidez y lo suficientemente manso como para acompañar estos platos sin eclipsarlos. Sin duda un vino joven adecuado para adentrarnos en los tintos y crear tendencia.

Y ahora vamos a nuestra comida.
Pedimos el menú Kamon para disfrutarlo. De ya me disculpo porque probablemente no ponga correctamente el nombre de los platos y mucho menos pueda describirlos porque son de una complejidad importante. Pero lo intento.

Para comenzar, además, para el maridaje cromático pedimos un par de copas de vino blanco godello Luar do Sil: vino fácil. Viene muy frío y debemos calentarlo con las manos para notar su contundencia, su acidez  y su complejidad. Pero vamos a los platos.
Chawan Mushi: un flan de pescado, con aceite de trufa y otros ingredientes. Muy bueno. Podemos tomarlo con blanco o tinto al contener los tonos rojizos de la salsa.
Tartar atún y salsa ponzu: fantástico tartar con muchos ingredientes para hacer un tartar divertido. El tinto le va de maravilla.
Gyozas de carne: gyozas rellenas y fritas. Crujientes. Buen plato. Tinto.
Gyoza, tempura cococha, tofu-an hijiki: fantástico plato. Buenos ingredientes, buena composición y delicioso resultado. Blanco.
Tantan ramen parmigiano: resumiendo, ramen. Plato para los amantes del ramen: contundente, sabroso, lleno de 'tropezones'. 
Nigiri de salmón con trufa, de dorada con pesto al aroma de naranja y maki de langostino. Platazo de nigiris y makis...sin palabras. Impresionante el sabor, la textura...nos ha encantado.
Maki de pato con espuma de gorgonzola (para morirse de bueno) y (el mejor de los mejores), nigiri de foie con arroz al vino tinto (para morirse del gusto). Esta última bandeja nos deja sin palabras. Pese a no tener nada de hambre hubiéramos repetido y tripitido. Son un vicio.
Como postre nos pedimos los dos que hay para poder hablar de ellos: crême bruleê con sake kasu y brownie con espuma y helado de té de jazmín. Ambos deliciosos pero el brownie (pese a ser chocolate) resultaba más refrescante que el de cremê bruleê. Pero ambos ricos porque no son demasiado dulces.
Andrés remata esta fantástica comida con su consabido ristreto (esta vez sólo pide un café muy cargado). Yo remato el tinto faustino que aún queda en mi copa.
Buen sitio para los amantes de la comida japonesa pero reconvertida, sorprendente, mediterránea y además... Para volver.










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