Este viernes vamos a un restaurante de los clásicos de Valencia, un restaurante con historia. No tengo problemas para encontrarlo y me dispongo a esperar a Andrés.
La sala, clásica, con mesas amplias y muy bien vestidas con manteles de un profundo blanco. Con muy buena disposición entre ellas. Quien me ubica en una mesa es Michel que es el que se hará cargo de casi toda nuestra comida.
Cerca de mi hay una mesa ocupada por dos caballeros. Están comiendo una fantástica centolla y en un momento veo que es Eladio, el que da nombre al restaurante, abuelo de Michel y que conversa animadamente con su compañero de mesa.
He elegido este restaurante porque, y aún llegamos a tiempo, tienen durante varios meses de invierno un apetitoso menú de lacón. Es un menú cerrado a buen precio, con muy buen producto. Este año estará hasta el 9 de marzo y luego tendremos que esperar hasta el próximo año para volver a disfrutar de este menú.
Mientras espero me pido una copa de vino blanco, un albariño Lagar de Cervera: un blanco joven pero con una nariz a frutas con hueso muy interesante. De pase largo, agradable, con una acidez muy apetecible. Me gusta.
Llega Andrés y se pide una cerveza mientras esperamos que comience nuestra comida.
Para acompañar la comida hay un vino, que aceptamos sin reparos, tinto de mecía de la Ribera Sacra, Bellaleira, fácil de beber, con buena nariz y sin estridencias.
Pero vamos al menú.
Comenzamos con unos crujientes de brandada de bacalao que nos encantan. Buen sabor a bacalao y buen equilibrio entre bacalao y patata.
Unos impresionantes mejillones gallegos en escabeche casero. Nos sucamos todo el plato.
Vieira con un salteado de jamón de jabugo que están en su punto.
Fuera de menú, pero no he podido resistirme, unas mollejas de ternera salteadas con ajitos tiernos y langostinos. ¡Excepcional plato!
Como plato fuerte viene el lacón, un buen trozo, con sus grelos, patata, garbanzos y un trozo de un buen chorizo ahumado. Nos lo riegan con un buen chorro de aceite de oliva extra. Pese a la contundencia de los ingredientes, su sabor es suave, delicioso.
Y como postre tenemos leche frita sobre crema inglesa y un helado de vainilla. Postre delicado y nada pesado.
Una comida que destaca por una cocina de siempre, con muy buenas materias primas y una atención muy esmerada en sala. Nos encantan este tipo de locales.
Vuelven las buenas costumbres y Andrés remata la comida con su consabido ristreto. Viene acompañado de unas pequeñas galletas de mantequilla recién hechas.
Como digestivo nos ofrecen unos orujos. Andrés comenta que le encantaría tomar un calvados. Me decanto por un orujo de café. Nos traen ambos licores.
Al finalizar la comida podemos charlar un rato con el inspirador del negocio, Eladio, y también con Michel. Una muy entretenida conversación que nos lleva a hacer la reserva para la próxima comida de #elviernestoca porque tendrán lamprea y ¡hay que probarla!
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