Esta noche voy a cenar a un bar de tapas que tienen muy respetables mariscos. Ahora, permiten reservar pero hay dos turnos. Como era jueves, pensaba que no habría mucha gente. Equivocación. Estaba todo reservado y todo se fue ocupando en el turno que tenían la reserva. Cuando faltaban 10 minutos para que nuestro turno terminara, vino el camarero y amablemente nos informó. Así que hay que ser diligente, no perder tiempo ni en pedir, ni en cenar, ni en charlar, ni en nada. Ellos atienden rápido. Tú también debes serlo.
Bueno, al margen de la rapidez y los turnos, vamos a lo importante.
Para acompañar la cena, un cava Torelló tradicional. Buena entrada pero con un postgusto algo dulzón para mi gusto. Pero bien, acompañará a la cena.
Comenzamos con unas ostras Gillardeau nº1 tiernas, sabrosas. No necesitan de nada para estar deliciosas.
Después unas zamburiñas de escándalo. Bien planchadas y sin nada porque tampoco necesitan de ningún acompañamiento.
Un fantástico calamar a la plancha: tierno, muy gustoso. Nos traen la salsa Mery por si queremos. No, no le hace ninguna falta.
Huevas de sepia a la plancha. Tiernas, bien hechas, con la textura que corresponde (algunas, a veces, están como demasiado cremosas. Estas tienen la textura masticable que es la que me gusta).
Sang amb ceba, sangre con cebolla. Tapa muy de la zona que hacía años que no comía (ni encontraba). Pese a estar buena y disfrutarla, voy con los peros. La sangre estaba demasiado cocida lo que hacía que su textura fuera crema. Excesiva cebolla. Me gusta pero estaba presente en exceso (y más cocida que frita) lo que quitaba mucho protagonismo al ingrediente principal, la sangre. Y bueno, llevaba muchos piñones. Pese a todo, la disfruté mucho.
Para rematar, y dado que no íbamos a pedir postre, nos pedimos un plato de queso curado (muy bueno) y una estupenda cecina de León, muy muy muy buena.
Bar con buenas tapas y una carta muy larga, para disfrutar sin agredir excesivamente a la economía personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario