Y ya está decidido.
Y vamos a lo importante. Pido consejo porque el principal es el que manda y es tan contundente que no se muy bien qué más pedir.
Como entrantes nos pedimos unas ostras: la de Andrés al natural, la mía en ceviche (con salsa bien condimentada y un toque picante).
Baos a la española: baos negros rellenos de anillas de calamar con un sutil rebozado, verduras y salsa verde. Están francamente buenos: el calamar tierno, nada pesado y con la salsa y las verduras se convierte en un bocado fresco.
Coca de aceite de salmón: salmón marinado con creme fraiche y rúcula. De nuevo un bocado fresco. La masa de la coca es delicada, no hace acto de presencia, sólo mantiene los ingredientes en su sitio.
Pese a estar sin ganas de postre, Andrés si quiere postre. Después de comentarle los que parecían más ligeros, se decide (se lo va a comer él solito) por un brioche frito relleno de banana con chocolate caliente y nata montada. Lo pruebo para detectar que si, excesivo para mi aunque el chocolate está fantástico. Andrés se queja de que está poco relleno de banana y que el brioche está algo crudo por dentro.
Andrés remata la comida con su consabido ristreto aunque el primero es un café, sin más. Lo devuelve. El segundo ha sido un vaciado de taza. Lo devuelve y el tercero viene en mejores condiciones. Yo me limito a terminar mi copa de vino.
Hay que darle tiempo para que el local y el equipo se asienten. Se nota que están sin rodar y cuando se llena el local (cosa que ocurrió este viernes) se nota algo de descontrol. Con el tiempo, seguro esto se resuelve. Sólo hace falta darle tiempo y rodaje.
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