sábado, 24 de abril de 2021

23 de abril de 2021. De Claire Oyster Bar Restaurante y Delicatessen/Tienda de comestibles, Carrer de Sevilla Tel 963 253 657

Hoy nos adentramos de nuevo en el barrio de Ruzafa. Vamos a encontrarnos con una ostrería. Llego apenas unos minutos antes que Andrés, lo justo para pedirme una copa de godello mientras voy a esperar. Llega Andrés y se une a mi vino blanco: Sonrisa de Tares, godello facilón. Un blanco sin complicaciones que fresco nos entra que da gusto.

En la mesa nos han dejado un cestillo con rebanadas de pan: de semillas, blanco, tostado y un plato con buena mantequilla y rodajas de rabanito. Damos buena cuenta de la mantequilla. 

 

Nos decidimos por pedir un menú del día y cosas fuera de carta. 

En el menú venían como entrantes unos mejillones en escabeche con papas. Esto siempre me recuerda a Madrid y los aperitivos que hacía cuando estaba allí. Buenos mejillones (no son de los enormes pero tienen un tamaño aceptable) y con las papas están fantásticos. 

Tengo un capricho y me lo conceden: media ración de cecina de León. Es ver cecina y quiero. Está bien curada, sabrosa y finamente cortada (pero no papel de fumar). Muy buena.

Para acompañar lo que se avecina (las ostras) pedimos, después de mucho pensar y mirar, un champagne Jean Pétigri elaborado con pinot noir: burbuja super fina, de entrada parece algo afrutado pero es una sensación que se termina de inmediato. Buena acidez y excelente compañero de mesa.

¿Cómo no? unas ostras. Las primeras, que son las que van con el menú son  nº2 Regal, son unas irlandesas, finas, muy sabrosas con un delicado pero presente sabor a mar. Están tan buenas que queremos probar más. Esta vez pedimos unas nº1 Sentinelle más finas que las anteriores pero menos sabrosas. Muy delicadas. Nos quedamos con las primeras pero como siempre, para gustos colores.

El segundo entrante que estaba en el menú eran unas tremendas alcachofas con foie. Plato imperdible: la mezcla de sabores es insuperable. Están francamente fantásticas.

Uno de los principales del menú era un taco de atún a la plancha con verduritas crujientes. El atún está tierno y sabroso, muy poco cocinado y las verduras le aportan textura y sabores. 

En el menú uno de sus segundos era solomillo de ternera con salsa de foie pero como nos han visto que teníamos ganas de steak tartar, tienen la deferencia de cambiarnos el plato. Así que un steak tartar bien cortado a cuchillo con carne tierna, bien condimentada con presencia de mostaza y cebolla y encurtidos. Nos lo devoramos. 

Como postre nos pedimos una tarta taten de pera: con mucha pera, no excesivamente dulce pero está tremenda. Y un queso curado de un pueblo de Castellón (creo que de Castellfort, espero no equivocarme): de un sabor potente pero no picante, escamado y que rebajaba el dulzor de la tarta. 

Y por una vez, y sin que sirva de precedente, Andrés no toma su consabido ristreto y no llegamos a los digestivos porque aún tenemos mucho champagne que disfrutar.

Hay que volver.

viernes, 23 de abril de 2021

9 de abril de 2021. Atmosphère c/ Quart, 89 Tf 963 15 41 32

Un viernes lluvioso y frío como si nos hubieran devuelto nuestro invierno, vamos a encontrarnos con un nuevo restaurante (lleva abierto año y medio) aunque el local si era conocido por nosotros, con sus anteriores dueños. 

Vemos que hay menú del día, están en las jornadas de la vuelta al mundo en 80 platos, pero queremos ver más su cocina. Es un restaurante francés y nos apetece probar sus platos. Tienen dos menús de degustación y nos aconsejan el más corto que son seis platos degustación.

Mientras espero me tomo una cerveza Turia que la traen con unas galletitas saladas. 

Para acompañar la comida, me decanto por pedir vino francés, pero solo hay dos en la carta. Me dejan probar Tarani, un 100% malbec, que es más suave de lo que me gustaría para nuestra comida. Así que el elegido es el que queda: La Croix Blanche, cabernet franc y merlot (D. O. Montagne de Saint- Émilion) del 2018. No está mal pero tampoco es para tirar cohetes.  Pero vamos a lo importante.

Anillas de calamar sobre salsa romescu. El calamar con la textura que toca, oponiendo un poco de resistencia, sabroso y con la salsa se entendía a las mil maravillas.

Huevo mollet  con emulsión de guisantes, panceta y espárragos. De todos los platos, creo que es el que más nos entusiasmó. Cada ingrediente aportaba sabor, textura, temperatura. Todos ellos imprescindibles para lograr un plato delicioso. Muy bueno.

Coca de verduras asadas, queso burrata y albahaca. Buen sabor, buen plato pero que después del huevo, no nos dijo gran cosa. Aquí el orden si altera el producto. Este plato, debería ser el primero. Así se disfrutaría en su justa medida.

Arroz de pato con ajos tiernos y alcachofas. No siendo una arrocería, nos llamó la atención que en un menú de degustación hubiera un plato de arroz. Bueno, estaba bien de sabor, nos hizo entrar en calor (aunque el vino ya había hecho su tarea) y era un plato degustación.

Secreto con salsa de naranja y crema de boniato. Estaba bueno, aunque nos hubiera gustado más poder probar el estofado bordignon que sé que había porque estaba en uno de los menús que veía servir a otras mesas. Creo que deberían poner en valor su diferencia, es una brasserie así que tendrían que ofrecer, y sobre todo en su menú degustación, más platos de la cocina francesa. 

Como postre, la imperdible tarta tatín: con poca base y mucha manzana. Muy, muy buena, poco dulce. La hicimos acompañar de un calvados Papidoux calvados Fine. 

Andrés remata la comida con su consabido ristreto mientras apuro el último sorbo de calvados.

26 de marzo de 2021. Fum de Llum c/ Conde Altea, 29. Tf 960045458

Un viernes más buscamos un local, donde no hemos estado, para comer y publicar una descripción de lo que ha sido la comida. Esta vez le toca a un local que ya estuvimos el 26 de febrero de 2014 (podéis ver la reseña en http://elmiercolestoca.blogspot.com/2014/03/26-de-febrero-de-2014-fum-de-llum-c.html) pero en aquella ocasión fue una cena. Hoy vamos a comer. 

Si bien es cierto que tienen tres menús diferentes, nos decidimos por pedir de carta para tener más oportunidad de ver su cocina.

Mientras estamos decidiendo (casi hemos llegado a la vez Andrés y yo) nos tomamos una cerveza Turia de grifo. El detalle de la casa es un humus casero con saladitos (pequeñas rosquilletas con sal). 

Después de leer la carta de vinos una y otra vez, Andrés se decanta por un vino fácil, sin complicaciones. Pasión de Bobal: un vino de uva bobal, bien trabajada. Es un vino fácil, sin estridencias y que acompañará bien a los platos que vamos a disfrutar.

Como entrantes: unas croquetas de gambas rojas con alioli marino (les faltaba algo de sabor: olían más que sabían) y de rabo de toro con alioli suave de ajo negro (francamente ricas).

Micuit de foie al ron de Santa Teresa, con chutney de mango y mermelada de naranja. El micuit le faltaba potencia. Al agregarle sal en escamas, mejora infinitamente. La mermelada de naranja estaba espectacular. El plato viene con unas tiras de pasta que pensábamos iban a eclipsar el micuit, pero muy al contrario, ensamblan a la perfección con el plato aportando textura.

Pulpo confitado en cerveza con cremoso de boniato. Qué bien se lleva el pulpo con el boniato. Un plato delicioso.

Como plato fuerte pedimos cordero cocinado a baja temperatura con cremoso de chirivía y pimientos de piquillo asados. El cordero estaba tierno, sabroso y el cremoso de chirivía le daba el contraste con ese toque anisado que tiene. Muy buen plato.

Como postre pedimos una mousse de chocolate blanco, con crumble de galleta y coulis de frutos rojos. No demasiado dulce, más ligero de lo que su nombre indica. Por poner un pero: le pondría más crumble tanto de galleta como de frutos rojos para que fuera más interesante buscar una nueva cucharada.

Andrés remata la comida con su consabido ristreto (que debe explicar pero que ejecutan a la perfección). Como digestivos tomamos un orujo de hierbas  y un vaquerito de Cutty Sark ¿adivinas cuál es mi digestivo? 😉

5 de marzo de 2021. Lia Restaurant c/ de la Boatella, 5 Tf 961 94 04 03

Si, parecía imposible que volviéramos a hacer una comida de viernes: entre las fiestas navideñas, los problemas personales y de trabajo, los cierres de la restauración...pero por fin, un viernes más, vamos de comida.

En esta ocasión vamos a un local que lleva abierto un año y medio. Nos comentan que gracias a la buena aceptación que tuvo en su apertura, este tiempo de pandemia, han sufrido pero, han sobrevivido.

Llego la primera, me atiende Juan Carlos, y busca la mesa que reservé. Con las nuevas medidas, la mesa está en la terraza y separada de las otras mesas por una buena medida y maceteros. Me entretengo leyendo la carta y decidiendo los platos que vamos a degustar. 

Una vez llega Andrés, nos disponemos a comenzar. Nos atenderá indistintamente Juan Carlos y Raquel. 

Como compañero de mesa, pedimos un Dido, un tinto de D.O. Monsant del 2018. Hay un problema con la apertura de la cera que recubre el cuello de la botella, y hay que decantarlo para evitar los pequeños trozos que han podido caer. El vino agradece el decantado, aunque no es indispensable. Este vino tiene  unos taninos y una acidez potente, con sus toques de fruta negra en nariz y boca, un paso lento y permanente.  

Y vamos a lo importante.

Como entrantes pedimos un micuit de foie con compota de manzana y gelatina de sidra. ¡Cuánto tiempo sin pedir micuit! Francamente delicioso. Viene con unas tostadas de pan. El juego con la compota y la gelatina, siempre lo convierten en un buen entrante. Plato imperdible.

Croquetas de leche de oveja, queso ahumado y jamón ibérico. Muy muy buenas.

Alcachofas confitadas con langostinos crujientes, salsa romesco y jamón. Las alcachofas. tiernas, sabrosas. Los langostinos, crujientes y finos. La salsa romesco cumplía su papel de fijar los componentes del plato y aportar un toque diferente a los bocados en los que se añadía. El jamón no llegaba a aportar, aunque estéticamente si le aportaba color y techo. Un plato repetible.

Como plato fuerte, un entrecot de ternera con salsa de pimientos de piquillo y patatas gajo. La carne estaba en el punto en el que la pedimos, muy muy poco hecha. La salsa de pimientos le ascendía puntos en el sabor. Las patatas estaban muy tiernas y bien crujientes por fuera. 

El postre una tarta tatín de manzana con helado de vainilla. Interesante el montaje: hojaldre, grandes trozos de manzana caliente y, como boina, una bola de helado de vainilla que con el calor iba humedeciendo todos los componentes del plato. Poco dulce y delicado. Buen postre.

Andrés remató la comida con su consabido ristreto. También nos pedimos unos digestivos (había que celebrar la vuelta a la casi casi normalidad): Andrés se decidió por una grappa (dado que, una vez más, no tenían calvados para acompañar a la tarta tatín) y yo por un ron Brugal (amablemente me enfrían el vaso, en vez de poner hielo).

Buen sitio, muy cerca del mercado Central, con una carta interesante, así como interesantes son los menús de los que dispone.