

Llego, como siempre, la primera y me recibe un local agradable, de colores pastel y veo mesas agrupadas para comidas de grupo. Si, estamos en plenas fiestas falleras y las comidas con los amigos son costumbre.
Mientras espero que llegue Andrés, me pido una cerveza Cruzcampo Gran Reserva, sabrosa y con algo de tostado. Viene con unas deliciosas aceitunas partidas.
Pido las cartas para ir haciendo camino ya que esta comida 'me toca a mi' por lo que voy a elegir los platos y, claro está, pagar la cuenta.


Para acompañar la comida me he dejado asesorar: los vinos, casi todos desconocidos para mi, son italianos así que mejor preguntar. Me decanto por un lambrusco, Jeans Rosso, un lambrusco tinto con un poco de aguja. Suave, muy suave pero que no va a competir con la comida.
Y vamos a lo importante.


Media tabla de salumi e formaggi. Media tabla de fiambres y quesos. Bien, con quesos sabrosos y buena mortadela.
Quería probar la pasta fresca pero también las pizzas. Me tiro a la piscina.


Y, pese a estar ahítos, llegamos al postre: tiramisú casero. El bizcocho bien empapado de café, el mascarpone bien batido y muy poco dulce. Fantático tiramisú.

Toda la comida nos atiende Anais, muy bien dispuesta (pese a tener la sala y la terraza abarrotada de gente), con buen sentido del humor. Su compañero, no le pedí el nombre, también nos atiende en algún plato y es quien me invita a la grappa. Al final, sale Alberto (chef de ambos locales) que pese a no ser italiano conoce bien los productos que toca. Su filosofía: buen producto y elaborarlo lo menos posible. Y le da buen resultado.
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